Por Leire Agüero
Obstáculos, piedras que aparecéis en nuestro camino, agujeros negros que os coláis por dentro
Doléis, escocéis y producís heridas que terminan supurando en nuevas oportunidades, mejores y enormemente más fuertes. Llegó el fin de las navidades.
Navidades diferentes. Navidades relacionándonos como nunca hubiéramos imaginado, navidades con restricciones, navidades únicas. Navidades salpicadas de pena y de extrañeza. Navidades raras, decimos.
Navidades inimaginables ¡sí!
Estas atípicas y duras fiestas, en mi familia; una familia que aún estando lejos está cerca de corazón, nos ha reunido más tiempo en casa.
La empatía triste por la que atravesamos nos “ha rejuntado” en torno a la cocina, al son de la música Jerusalena; en medio de conversaciones ocultas en un baúl y destapadas de un plumazo tras tantos años bajo llave; nos ha arrancado carcajadas infinitas, nos ha hecho querernos más, y llorar de alegría por tener la suerte y fortuna de tenernos; las unas a las otras, los otros a las unas; TODOS.
La COVID-19 no es nuestra amiga. ¡No! Somos incompatibles. Sin embargo, nos ha enseñado, nos ha aleccionado.
Nos ha plantado una señal de STOP, rojísima y basta como el desierto; nos ha recordado, por si en algún momento fue olvidable, que no somos el ombligo del mundo, que no somos el freno de un coche sin estrenar, que podemos caer, que somos frágiles, que debemos respetar la vida; la de los nuestros y la de los demás.
Que nuestra debilidad nos hace grandes; que debemos saber jugar en un tablero en el que ganemos todos para que la partida no se acabe nunca.
Estas navidades 2020 no las olvidaré
Mi familia es un tesoro que brilla, que alimenta, que alumbra, que despierta, que empuja, que apoya, que soporta, que comprende, que está, que quiere con el alma, con la inconsciencia; que se enfada, que molesta, que se alarma, que se irrita, que se equivoca, que está y que quiere con el alma, con la inconsciencia.
Feliz Año 2021 a todos
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