Por Leire Agüero
Gracias, amigo
No pierdo la esperanza.
No la pierdo porque ahí estás tú para acompañarme.
Ahí estás tú para consolarme,
para ayudarme,
para desechar mis miedos.
Ahí estás, tú.
Siempre,
siempre tú.
Cada mañana me saluda tu hola.
Tu hola que atrapa,
que anima,
que empuja.
Cada medio día recibo tu cómo sigues.
Tu cómo sigues,
que te hace reír,
que tapa lo que no quieres ver
para olvidar.
Cada tarde suena la llamada,
estoy en tu portal.
¡Vamos!
Llegamos tarde.
Y ahí estás,
con una sonrisa que no muere.
Cada noche llega tu descansa.
Sueña,
eres alma.
Mañana será otro día,
que compartiremos de manera incondicional.
Y así,
día tras día.
Gracias amigo.
Gracias por ser tú.
Por estar ahí.
Por aguantar.
Por comprender.
Gracias por ser tú.
Por respetar.
Por escuchar.
Por tu cariño.
Por…
todo.
Gracias, por ser mi amigo.