Por Anónimo
Me gusta ver el mar. Me gusta sentirme frágil cuando veo las olas, insignificante cuando veo el horizonte, conectado a todo lo que me rodea. Me gusta imaginar cómo esa infinidad absorbe lo malo almacenado en mí, un mal espíritu que he creado.
Necesito salir de la lucha diaria del mundo en el que vivimos, de las malas prácticas en que muchos basan su existencia, del egoísmo, de la vanidad, de la ignorancia en la que queremos vivir. Necesito pensar, actuar, y dar lo mejor de mí.
Quiero ser débil pero astuto, miedoso pero decidido, serio pero amable. Quiero vivir de acorde a lo que realmente soy, sin ataduras ni prejuicios. Quiero que los que me rodean vean mi mejor versión.
Voy a luchar por mis sueños, por aquello que abandoné y por aquello que merezca la pena. Voy a darle vida a mis pensamientos y despertar a mi espíritu de tan largo letargo. Voy a devolver a la vida todo lo que ella me ha ofrecido.
Me voy, no veo el mar, pero queda en mí todo aquello que sentí.
Volveré, lo necesito.